Las normas cumplen la función de generar confianza, aunque cuando son excesivas producen el efecto contrario. En México, la sobrerregulación ha comenzado a afectar el desempeño de la economía y la confianza en las instituciones.
El senador Ricardo Monreal defendió en la Comisión de Salud una iniciativa para prohibir la venta de bebidas energéticas a menores. La medida, planteada como una acción de prevención en materia de salud, puso en evidencia la tensión entre objetivos sociales y costos económicos para una industria que ya opera bajo controles estrictos.
Sobrerregulación y competitividad
La regulación en exceso abre espacios a la discrecionalidad y eleva los costos de operación. Los especialistas destacan que cada nueva disposición debería pasar por un análisis costo-beneficio. De lo contrario, las normas terminan siendo un freno para el emprendimiento y para la atracción de capital.
La burocracia se convierte en un factor que limita la innovación y reduce la competitividad en un entorno global. Por esa razón, la digitalización de trámites y la simplificación de procesos son medidas urgentes para mantener la seguridad sin sofocar el crecimiento económico.
Si México busca consolidar un entorno atractivo para la inversión y al mismo tiempo proteger a la población, deberá diseñar un marco regulatorio que sea claro, eficiente y transparente. No se trata de eliminar reglas, sino de adaptarlas para que acompañen al desarrollo y no lo limiten.
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