La dinámica del comercio internacional ya no se mueve al ritmo del siglo XX. Hoy, la productividad nacional y la soberanía tecnológica se han convertido en los verdaderos pilares de competitividad. México lo entiende. Con una posición geoestratégica privilegiada, el país se prepara para algo más que participar: busca liderar.
Desde agosto de 2025, los indicadores de crecimiento industrial apuntan a un cambio de mentalidad. El modelo ya no se basa solo en maquilar y exportar. Ahora, la apuesta es por cadenas de valor más complejas, con innovación local y autonomía energética. El nearshoring lo ha dejado claro: quienes dominen su tecnología y aumenten su productividad, ganarán la carrera global.
Soberanía y productividad como activos estratégicos
La productividad mexicana no puede depender solo de bajo costo laboral. El valor diferencial está en integrar capacidades propias: desde infraestructura digital hasta talento especializado. El futuro no se construye con ensamblajes, sino con propiedad intelectual y soberanía energética.
Además, el mercado interno no debe subestimarse. Es hora de conectar a las PYMES con las grandes cadenas globales, fomentar la formalidad y dinamizar el consumo local con políticas que premien la innovación.
Este tema puede interesarte: Envases compostables ganan protagonismo en el Agritech Startup Forum
México y su oportunidad de alto impacto
En un contexto donde Asia empieza a ceder terreno y Norteamérica redefine su equilibrio, México tiene una ventana de oportunidad histórica. Las recientes reformas para fortalecer la inversión en energía limpia y la reconfiguración logística en puertos y ferrocarriles confirman que la apuesta es seria..
Un dato clave: en septiembre de 2025, la inversión extranjera directa en sectores estratégicos vinculados al nearshoring creció 24% frente al mismo mes del año anterior.










