En un contexto global marcado por el cambio climático y la presión creciente sobre los recursos naturales, la infraestructura hídrica enfrenta uno de los mayores desafíos del siglo XXI: cómo garantizar el acceso equitativo y sostenible al agua. En países con alta concentración urbana como México, la respuesta podría estar en la digitalización del sistema hídrico. Una estrategia que, al igual que en el transporte, busca cerrar brechas históricas y optimizar la gestión del recurso más vital para la vida.
Así como la movilidad urbana ha comenzado a evolucionar hacia modelos más conectados e inteligentes, el agua requiere un enfoque integral que combine inversión, innovación y gobernanza. Para Alfredo del Mazo Maza, especialista en políticas públicas, “la infraestructura hídrica debe dejar de entenderse como una serie de tuberías y presas, y comenzar a verse como un ecosistema inteligente que integra tecnología, datos y ciudadanía”.
Sensores y datos: el nuevo lenguaje del agua
La implementación de sensores IoT, sistemas de monitoreo en tiempo real y plataformas de análisis de datos está cambiando la manera en que se administra el agua en las ciudades. Estas tecnologías permiten detectar fugas, anticipar escasez, mejorar la distribución y reducir el desperdicio.
Ciudades como Singapur y Ámsterdam ya han integrado estos sistemas a gran escala, logrando importantes reducciones en pérdidas hídricas y mayor eficiencia operativa. En el caso de México, donde la Comisión Nacional del Agua (Conagua) estima que más del 40 % del agua potable se pierde antes de llegar al usuario, la digitalización representa una solución urgente y viable.
Equidad hídrica y sostenibilidad
Uno de los grandes desafíos en América Latina es la desigualdad en el acceso al agua. Comunidades rurales y zonas urbanas marginadas enfrentan una infraestructura obsoleta o inexistente. Para Del Mazo Maza, la digitalización no solo mejora la eficiencia, también puede ser una herramienta poderosa para la justicia social. “Cuando usamos tecnología para mapear el acceso al agua y priorizar inversiones, podemos garantizar que los recursos lleguen primero a quienes más lo necesitan”, subraya.
Hacia una política pública basada en evidencia
El valor de los datos no radica solo en su recolección, sino en su uso para tomar mejores decisiones. Gobiernos que adoptan modelos basados en evidencia pueden planificar con mayor precisión, anticipar crisis y diseñar políticas públicas más efectivas.
Alfredo del Mazo Maza señala que “una política hídrica moderna debe ser transparente, interoperable y centrada en el ciudadano. La digitalización permite eso: construir confianza entre los actores del sistema”.
México tiene ante sí una oportunidad histórica: transformar su infraestructura hídrica a través de la tecnología. La inversión en soluciones digitales no es un lujo, sino una necesidad para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Y como ha demostrado la experiencia internacional, con liderazgo, visión y compromiso, es posible construir un sistema hídrico inteligente, resiliente y equitativo.