Los viajes de negocios están dejando atrás su enfoque rígido y predecible. En España, las empresas comienzan a rediseñar cómo se mueven sus equipos, guiadas por un nuevo enfoque donde bienestar, eficiencia y sostenibilidad mandan. Lo que antes era sinónimo de maratones de aeropuertos y reuniones sin pausa, ahora se transforma en experiencias más humanas, conectadas y tecnológicas.
El año 2026 marcará un antes y un después en esta transformación. No solo por la adopción de herramientas más inteligentes, sino por un rediseño cultural que prioriza el valor del tiempo y la experiencia del viajero corporativo. Este cambio está impulsado por empresas que buscan optimizar recursos sin comprometer el rendimiento ni la salud mental de sus equipos.
Una de las tendencias más claras es la personalización radical de los viajes. Ya no se trata solo de llegar a tiempo, sino de cómo se llega. Las compañías priorizan plataformas que permiten al viajero elegir opciones de transporte y alojamiento alineadas con sus hábitos, valores y comodidad. Además, la medición de la huella de carbono se ha convertido en un estándar, no en un extra.
Productividad híbrida y nuevos perfiles de viajero
También crece el perfil del “nómada corporativo”, profesional que combina trabajo remoto con desplazamientos estratégicos. Esto exige alojamientos más flexibles, conectividad garantizada y entornos pensados para la concentración. La frontera entre viaje de negocios y experiencia personal se difumina.
En consecuencia, el bienestar cobra protagonismo. Las políticas de viaje comienzan a integrar descansos programados, experiencias locales y horarios razonables. El objetivo no es solo cumplir con una agenda, sino regresar con energía y foco renovado.
Para 2026, se espera que el 70% de las empresas en Europa incluyan métricas de sostenibilidad en sus reportes anuales de movilidad corporativa.












