El ritual navideño de elegir un árbol natural está lejos de desaparecer en México. A pesar del alza de precios y las tensiones ambientales, miles de familias siguen apostando por un árbol real como símbolo de temporada. La explicación no es solo emocional: también está vinculada a prácticas de cultivo sustentable y economías locales en crecimiento.
En el país existen alrededor de 850 productores registrados que cultivan pinos navideños. En 2024, la producción alcanzó 1.1 millones de árboles, con epicentros en el Estado de México, Puebla, Veracruz y Michoacán. Este año, la oferta se mantiene estable, pero los precios subieron entre 10% y 15%. La sequía y los costos de transporte explican buena parte del encarecimiento.
Además, muchos árboles importados de Estados Unidos ya no llegan con la misma regularidad. El impacto del cambio climático en la producción de Oregon y Carolina del Norte limita las exportaciones, lo que favorece la venta local pero presiona los precios. Un árbol de 1.80 metros puede costar entre 1,300 y 1,800 pesos, dependiendo de la especie y la región.
El árbol de Navidad natural impulsa cadenas productivas sustentables
Aun así, los árboles naturales mantienen su atractivo por encima de las opciones artificiales. No solo generan empleos en comunidades rurales; también capturan carbono, enriquecen el suelo y ofrecen ciclos de cultivo sostenibles. Por otro lado, un pino artificial tarda hasta 200 años en degradarse y muchas veces termina en un relleno sanitario antes de cumplir una década de uso.
En paralelo, la Secretaría de Medio Ambiente reportó que más de 600 viveros certificados operan bajo esquemas de manejo forestal responsable. Las plantaciones suelen incluir reforestación y monitoreo constante, alineadas a normativas ambientales.
Esta temporada, se espera una derrama económica superior a 1,000 millones de pesos, solo por venta de árboles naturales en México.
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