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Alfredo Gadsden subraya que México tiene con qué competir, pero necesita visión estratégica para hacerlo con autonomía.
Frente al endurecimiento del discurso comercial en Estados Unidos y el resurgimiento de políticas proteccionistas, México enfrenta una encrucijada que podría redefinir su papel en el comercio internacional.
El empresario mexicano advierte que aún hay margen de maniobra, siempre y cuando se adopten medidas estratégicas basadas en inteligencia económica y se trabaje con visión de largo plazo.
Con la posible reconfiguración del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) como telón de fondo, Alfredo Gadsden propone un modelo de blindaje empresarial sustentado en tres ejes fundamentales:
Diversificación de mercados de exportación:
Reducir la dependencia del mercado estadounidense es, a su juicio, una necesidad urgente.
Fortalecimiento de hubs regionales con enfoque global:
Apostar por polos industriales descentralizados que se integren estratégicamente en cadenas globales de valor.
Articulación del talento joven con capital semilla nacional:
Crear condiciones para que la nueva generación de emprendedores pueda innovar dentro del país.
Según datos de la Secretaría de Economía, en 2024 más del 82% de las exportaciones mexicanas se dirigieron a Estados Unidos. Esta alta concentración, si bien refleja una relación comercial sólida, también implica una exposición considerable ante posibles decisiones unilaterales como nuevos aranceles o barreras regulatorias.
El empresario lo resume como que Estados Unidos es un socio estratégico, pero no puede ser el único destino, toda vez que hay mercados listos para recibir la innovación y el talento mexicano.
Y señala a América Latina, Asia y la Unión Europea como rutas prioritarias para abrir nuevas oportunidades de exportación y diversificación comercial.
Estados como Nuevo León, Guanajuato y Jalisco se perfilan como nuevos centros industriales y tecnológicos, beneficiados por la tendencia del nearshoring.
Esta dinámica global —que busca acercar los centros de producción a los mercados de consumo— ha empezado a posicionar a México como un destino clave para relocalizar operaciones.
Un análisis de McKinsey revela que más del 47% de las empresas globales están trasladando parte de su producción al país.
Para alfredo Gadsden, esto representa “una oportunidad histórica”, que solo podrá ser aprovechada si se aplican políticas públicas coherentes, se fortalece la formación técnica especializada y se ofrece acceso a esquemas de financiamiento inclusivos.
Uno de los mayores activos de México, según el empresario, es su juventud. Una generación con habilidades digitales, mentalidad global y capacidad emprendedora. Sin embargo, advierte sobre el riesgo de no canalizar ese potencial:
“Si no conectamos su talento con el capital, otros países lo harán”.
La articulación entre el ecosistema emprendedor y las herramientas financieras adecuadas, insiste, es vital para asegurar que México no pierda su ventaja comparativa más valiosa.
De modo que, en un entorno internacional cada vez más competitivo y volátil, la receta de Gadsden apunta hacia un México fortalecido desde dentro; con empresas blindadas, mercados diversificados y una política económica alineada con la realidad productiva del país.
“Si queremos un México más fuerte, necesitamos empresas más blindadas y gobiernos más conectados con la realidad productiva de nuestro país”.
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