En las calles de México, donde la velocidad y la imprudencia se combinan con baches y falta de cultura vial, los autos autónomos no suenan a ciencia ficción: suenan a oportunidad. Hoy, en pleno auge de la inteligencia artificial, esta tecnología promete no solo cambiar la manera en la que nos movemos, sino reducir de forma radical la siniestralidad vial. No es una promesa vacía: es una evolución medible.
La UNAM lo pone claro sobre la mesa. Nueve de cada diez accidentes viales en México tienen como causa principal al factor humano. Esto significa que el 90% de las tragedias podrían evitarse con vehículos que tomen decisiones más precisas, en milisegundos, sin distracciones ni emociones. En ciudades como CDMX, donde mueren más de 300 peatones al año por atropellamiento, esa diferencia puede marcar el antes y el después.
Menos errores humanos, más vidas salvadas
Además, al eliminar prácticas como el uso del celular al manejar, conducir bajo efectos del alcohol o el simple cansancio, los autos autónomos representan un nuevo estándar de movilidad segura. Todo esto sin perder de vista que las decisiones de estos vehículos se basan en datos en tiempo real, sensores inteligentes y algoritmos que aprenden constantemente.
Sin embargo, la tecnología no avanza sola. Para que los autos autónomos sean una realidad viable en México, se requiere modernizar semáforos, señalización y conectividad urbana. En agosto de 2025, expertos en ingeniería vial de la UNAM destacaron que el despliegue efectivo de vehículos autónomos requiere ciudades preparadas para convivir con ellos.
Según datos del INEGI y proyecciones académicas recientes, con una implementación progresiva de vehículos autónomos, México podría reducir en 50% sus muertes viales en la próxima década. Es un dato que cambia el rumbo de cualquier conversación sobre movilidad.