México vive un momento que, con estrategia, podría marcar un antes y un después. Las cifras más recientes de la Secretaría de Hacienda muestran que el crecimiento económico del país fue de 3.3% en el tercer trimestre de 2025. Aunque parezca un dato técnico, en realidad refleja una aceleración que no se veía desde hace años.
El motor principal ha sido el dinamismo del mercado interno. El consumo privado creció 4.6% en lo que va del año, impulsado por el empleo formal, el aumento en el salario mínimo y una inflación que finalmente se ha moderado. Además, el nearshoring sigue atrayendo inversión extranjera directa, especialmente en sectores como manufactura avanzada, automotriz y semiconductores.
Reorganización estratégica y desarrollo económico
En consecuencia, México no solo se está recuperando: está rediseñando su posición regional. El país se perfila como un hub manufacturero clave para Norteamérica, con la ventaja de costos competitivos y cercanía logística. Pero el reto es convertir este impulso en desarrollo sostenible. Para lograrlo, se requiere fortalecer la infraestructura, cerrar brechas tecnológicas y mejorar la calidad educativa.
También es momento de que las pequeñas y medianas empresas encuentren su lugar. El entorno actual permite escalar modelos de negocio innovadores en menos tiempo, aprovechando políticas de financiamiento e incentivos fiscales recientemente anunciados.
La estrategia no puede quedarse en el presente. México necesita institucionalizar políticas que garanticen continuidad, incluso ante cambios políticos. Este tipo de estabilidad es lo que buscan los inversionistas cuando eligen nuevos destinos.
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