En Colombia, un emprendedor ya no solo resuelve problemas; también imagina futuros posibles. El perfil del emprendedor visionario cobra fuerza en 2025, con startups que no se conforman con ser sostenibles, sino que apuntan a redefinir sectores completos.
La visión, más que una cualidad innata, es una habilidad cultivada con intención. Emprendedores como Andrés Barreto (Grooveshark, Onswipe) o David Vélez (Nubank) destacan no solo por adelantarse al mercado, sino por construir equipos que creen en lo que aún no existe. La diferencia no está en tener ideas, sino en su capacidad de concretarlas con enfoque y resiliencia.
El emprendedor visionario piensa en sistemas, no en productos
Quien piensa en el largo plazo no se enfoca en la funcionalidad de su solución, sino en el cambio estructural que genera. Esto se traduce en modelos de negocio flexibles, escalables y profundamente conectados con contextos sociales y tecnológicos. Además, priorizan el talento diverso, creando culturas donde la innovación es inevitable.
Este tipo de fundador entiende que el éxito no es lanzar una app viral, sino moldear una industria. Y en Latinoamérica, donde el crecimiento de unicornios ha demostrado que la región puede competir globalmente, este enfoque resulta cada vez más estratégico.
La visión también se entrena: hábitos que potencian el pensamiento expansivo
Desde meditar hasta diseñar futuros con inteligencia artificial, las herramientas del emprendedor visionario no son convencionales. Escuchan activamente, observan tendencias desde la periferia y, sobre todo, practican la intuición como una habilidad estratégica.
En agosto de 2025, el 68% de las startups latinoamericanas que lograron series A identificaron la visión estratégica como el factor determinante en sus rondas de inversión.
