Ante el aumento del uso de drogas intravenosas en Mexicali, BC, donde 20% de los cadáveres analizados por el Semefo dieron positivo a fentanilo, los líderes comunitarios insisten en que ya no basta con reaccionar: hay que anticiparse.
Joel Benavides, representante legal de los centros Nueva Vida, ha propuesto implementar una materia de prevención de adicciones en escuelas primarias y secundarias. Su lógica es clara: si el primer contacto con las drogas ocurre en la adolescencia, la educación debe empezar mucho antes.
Formación desde la niñez: una apuesta audaz
La propuesta busca enseñar a niños y jóvenes los efectos reales del consumo de sustancias, promover el autocuidado y desarrollar habilidades socioemocionales que les permitan resistir presiones sociales. “La batalla se gana antes de la primera dosis”, señala Benavides.
Este enfoque rompe con la visión punitiva y apunta a una política preventiva, mucho más efectiva a largo plazo y con menores costos sociales y económicos.
Empatía como política pública
El cambio cultural también es necesario. En Mexicali, los consumidores siguen siendo estigmatizados. Para combatir la crisis, es imprescindible entender la adicción como una enfermedad, no como un crimen.
Campañas de concientización, espacios de diálogo, talleres familiares y atención psicológica gratuita deben integrarse como parte de una nueva política pública, donde se priorice la salud y la inclusión.
Acorralados entre la jeringa y el muro
Esta es la realidad de una ciudad atrapada entre el muro fronterizo y la crisis de los opioides. En Mexicali quedó atrás el mito: el fentanilo es una presencia diaria que mata en silencio a jóvenes, adultos y migrantes, mientras las políticas públicas siguen rezagadas ante la urgencia.
